El diseño de un sistema interactivo debe satisfacer las demandas de los usuarios
que lo van a utilizar. El ordenador es una herramienta para realizar un determinado
trabajo o actividad, y para que sea una buena herramienta, deberá ser adecuada,
cómoda y eficiente para realizar estos cometidos. Para lograr un buen diseño, debe-
remos partir de un análisis profundo del contexto donde se desarrolla el trabajo
[HAC98]. Para ello deberemos analizar las características del usuario, las activida-
des que realiza y el escenario donde se desempeña su actividad. Todos estos facto-
res permitirán conocer los requisitos que se deben satisfacer en el diseño del siste-
ma.
Los usuarios
En primer lugar, a la hora de diseñar el sistema, deberemos tener en cuenta las
peculiaridades de los usuarios potenciales del mismo. Esta necesidad de incorporar
el factor humano en el diseño viene dada por el reconocimiento del mal diseño que
se ha hecho en gran cantidad de aplicaciones y el deseo de crear productos que
ayuden de forma efectiva al usuario. Además, la características de los usuarios
pueden afectar al modo de trabajo y condicionar el proceso de comunicación con el
sistema. Por ejemplo, los factores humanos pueden condicionar el tiempo de apren-
dizaje, el rendimiento (tiempo para realizar una tarea), la frecuencia de errores
cometidos, grado de retención (memoria de uso) o de satisfacción del usuario. A la
hora de diseñar la aplicación, se puede realizar por encargo directo (por lo que exis-
te un cliente), o bien, dirigirlo a un colectivo más o menos amplio de potenciales
usuarios (niños, profesionales, estudiantes, etc.).
El análisis del usuario implica conocer aspectos tales como:
• Habilidades físicas y sensoriales. Estas habilidades determinarán en
gran medida la adaptación del entorno de trabajo a las características del
usuario (tamaño de los botones, tipo de dispositivos, etc.). Podemos en-
contrar casos en los que el diseño debe ser preferentemente ergonómico
por las limitaciones en movilidad de los usuarios, como por ejemplo, la dis-
capacidad por parálisis cerebral, o tener en cuenta pequeñas alteraciones
como por ejemplo el daltonismo (ver capítulo ‘Accesibilidad’).
• Habilidades cognitivas. Estas diferencias en la capacidad de razonamien-
to y conocimiento están motivadas por el grado de experiencia que posee
el usuario tanto de su propio trabajo como del uso del ordenador como he-
rramienta. Podemos tener una gran variedad de usuarios desde los exper-
tos a los noveles, usuarios cotidianos u ocasionales, motivados o no, etc.
• Diferencias de personalidad. Las diferencias en la personalidad puede
provocar alteraciones en la propia comunicación. Así, personas tímidas ten-
drán un comportamiento más cauto y prudente ante el ordenador que una
persona extrovertida y nerviosa.
• Diferenciación cultural. También podemos encontrar diferencias motiva-
das por el entorno socio–cultural donde se encuentra el usuario, que puede
afectar al lenguaje utilizado, expresiones y terminología, modo de trabajar,
etc. (ver capítulo ‘Internacionalización’)
Este conjunto de características relevantes de los usuarios serán de gran ayuda en
las etapas posteriores de diseño. Para ello, podemos partir de una tabla en la cual
se recoja los distintos tipos de usuarios (secretaria, director, técnico..) y sus carac-
terísticas relevantes (grado de utilización del sistema, nivel de experiencia, etc.).
Las tareas
Otro factor importante a tener en cuenta en el diseño son las tareas que realizan los
usuarios. Nuestra forma de actuar está dirigida por objetivos (goals) como se reco-
ge en el modelo de NORMAN (ver capítulo ‘El factor humano’). Para lograr ese objeti-
vo (por ejemplo comer), debemos llevar a cabo una serie de actividades (encender,
coger, poner...) sobre unos objetos (microondas, pizza, temporizador...) encamina-
das a lograr ese objetivo. A la hora de realizar estas tareas mediante un sistema
interactivo deberemos tener en cuenta que sigan siendo familiares al usuario, es
decir, la forma de llevarlas a cabo, su representación así como la secuencia de ac-
ciones debe ser similar a la que realiza en el entorno real. Si esto no se satisface, el
usuario requerirá un esfuerzo adicional para comprender las tareas que realiza coti-
dianamente.
El escenario
Las personas no realizan su trabajo de forma aislada, sino que se ven condicionadas
por el escenario donde se desempeña esta labor. Los aspectos más relevante a te-
ner en cuenta son:
• Entorno físico. El entorno es fundamental para poder trabajar. Deberemos
prestar atención a las características ergonómicas del mismo (tipo de ubi-
cación, iluminación, espacio, etc.) así como las peculiaridades del entorno
(ruido, polución, calor, etc.). Puede haber casos de especial importancia
como sitios de alto riesgo (central nuclear) o condiciones extremas (sub-
marino, aeronave..)
• Entorno social. El entorno social implica el trabajo dentro de un grupo
donde existen unas normas de comportamiento. Podemos encontrar situa-
ciones en las cuales pueda haber cooperación para el trabajo (ayuda),
compartir datos o recursos, dependencias jerárquicas, etc.
Algunas de estas características pueden condicionar el diseño, ya que un trabajo en
equipo fuertemente acoplado (con alto nivel de cooperación y compartición de da-
tos) requerirá de una aplicación groupware para trabajo en grupo (ver capítulo
‘Trabajo cooperativo con ordenador’).
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